Gritos: una propuesta de Imaginarte para la sala de exposiciones del Espacio Joven Sur

Alaarɗo ချောင်းဆိုး Gaarayaal צעקות Крики Shouts GRITOS الصراخ Ipeju الزغاريت Ibisobanuro د ويږي ويښتنه

De rabia o de impotencia. De dolor, de miedo… Hemos llenado el taller de gritos. Ver cómo está el mundo también provoca esta reacción. Las guerras, o la guerra, en singular, la misma guerra repetida una y otra vez, está siempre de actualidad. A este triste tema vamos a dedicar la exposición de final de curso. Este año no se puede ignorar.

Hemos tomado para ello dos referencias artísticas: el Guernica de Picasso y La guerra del Aduanero Rousseau.

Todo son gritos en la imagen icónica de Picasso, gritos de personas y de animales, gritos desencajados que deforman la anatomía para acentuar la expresión. Hasta la luz parece que grita desde lo alto del cuadro. A esos gritos hemos respondido con varias técnicas pictóricas, una de ellas muy curiosa, la pintura en tinta china con reservas de témpera. Hay un momento en este proceso en el que todo el cuidadoso trabajo hecho con el pincel se tapa con el negro total de la tinta china ocultando así la imagen. Después se rescata sumergiendo el papel en agua: las caras que gritan aparecen poco a poco surgiendo de la oscuridad. Es impactante…

También hemos jugado de otra manera con este cuadro. Cada cual ha elegido un personaje y lo ha trasladado a un entorno diferente. Lejos de ese bombardeo en blancos, grises y negros, lo ha llevado a vivir a otro cuadro distinto, tal vez más amable, tal vez igual de dramático. Así han aparecido imágenes llenas de creatividad: el gesto de la mujer quemada que cae de una ventana se ha transformado en el entusiasmo de quien celebra un gol, o de quien se estira con placer en la cama para despertarse, o de quien recibe con gusto el agua de la ducha… O el bebé muerto, que se ha ido a dormir a una habitación llena de paz. O el toro, que ahora canta feliz en el campo. Hay muchos ejemplos. Impresiona la cara de la madre doliente que clama al cielo por la muerte de su bebé, consolada con un pastel de color rosa feliz, un duro contraste que oscila entre la ingenuidad y el humor negro. O la pequeña lámpara del cuadro de Picasso, ahora dibujada en medio de una oscuridad absoluta por una niña muy pequeña: una lámpara que no consigue iluminar nada, toda una metáfora…

Con La guerra, del Aduanero Rousseau, hemos trabajado en un mural colectivo. Cada año dedicamos unas semanas a esta forma de pintura coral que suma todas las voces en una misma imagen. Hay en ella la unidad necesaria para que se entienda el conjunto, pero también son muy visibles las muchas manos de distintas edades que se suman a este juego.

La consigna es fácil: hay que casar las formas y hay que aproximarse al color, pero la técnica, la textura, la pincelada, la sensibilidad son del gusto de cada uno. Hay que disfrutar del trocito que te ha tocado y hacerlo tuyo. Es bonito cómo así se hace visible la variedad que implica cualquier grupo humano.

El cuadro que hemos tomado prestado es La guerra, de Henri Rousseau. Los versos son del poema “Antes de que nazca el sol”. Los escribió la poeta polaca Agnieszka Osiecka:

Por la noche, por el día,

ya lo entenderás,

el amanecer romperá.

Habrá pan en nuestros hornos.

Y mira, donde solo había humo

las flores curarán las cicatrices de la guerra

con el color de las rosas.

Conoce IMAGINARTE.